lunes, 21 de junio de 2010

BARCELONA ES UN PAÑUELÍN y CARTA ABIERTA A ANTONIO ROBLES


Si, como se dice, el mundo es un pañuelo, Barcelona es un pañuelín.
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Os cuento:
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En esas que tres amigos, que no habían podido celebrar juntos las últimas fiestas, estaban ya terminando una comida, juntos, para compensar. Y en esas que, hallándose más allá de los postres, es decir, en el terreno de los orujos, desde lo lejos, ya que los amigos estaban en una sala al fondo del local, una pareja se acerca cada vez más, mirando a un lado y a otro, pero no al fondo, lo que hace pensar que pudieran conocer el local en cuestión y que, posiblemente no fuese la primera vez que acudieran a él y a aquella sala, para fumadores, que se encuentra al fondo.
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Tres escalones separan la sala principal de la otra. La mujer los sube y atraviesa con su ampa cabellera por delante, pues parece muy interesada en admirar los ladrillos del suelo, y comienza a desposeerse de su ropa de abrigo, entre ella una especie de boa hecha a base de pompones negros, que contrastan con su alba cabellera, sin reparar en los vecinos de la mesa que ha escogido. Él ha iniciado la ascensión de los escalones demarcatorios, también cabizbajo y puede que meditabundo, cuando al llegar al segundo peldaño, alza la testa y… la cara parece desencajársele. Viene, va, vuelve a ir… (puro Chiquito de la Calzada), cuando opta, visiblemente desconcertado, por saludar a los conocidos celebrantes, postnavideños; sin que parezca que sepa, cómo reaccionar. Ella, que por lo visto sí ha sabido reaccionar, o no, dice no sé qué de que en realidad no tienen tiempo para tomarse el cafetito; algo que en determinada jerga podría equivaler a decir: “¡¡¡Agua!!!
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Él, que no le hadado tiempo ni de desabrocharse un botón de su flamante abrigo de cuero negro, y ella, que no a parado a echar un vistazo por si dejaba algún pedazo de su anatomía, parecen huir como alma en pena: seguro que tendrían mucho que hacer, aunque, en estos momentos, parece que no les une ninguna ninguna relación personal, o eso.
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Me han dejado fascinados por velocidad de reacción; creo que si los viese en una lista electoral, tendrían mi voto.
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Lo dicho: Barcelona, un pañuelín.
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Ya está.
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He dudado bastante en haceros partícipes de esta carta que he escrito a Antonio Robles, pero al final me he decidido a ponerla, ya que, en más de una ocasión habéis tenido que soportar estoicamente comentarios más o menos relacionados con él, que no habéis entendido del todo por falta de datos, así que ahí va, si no os apetece, no la leáis:

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CARTA ABIERTA A ANTONIO ROBLES

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Supongo lo que te costaría llamarme. Y máxime, porque tuviste que hacerlo a través del móvil de una tercera persona, ya que yo no uso uno de esos cacharros. Supongo, también, que aprovechaste un momento tan señalado como es el de la Noche Buena para aligerar cualquier tipo de tensión; pues esa es la magia y el efecto de estas fiestas impregnadas de un significado cultural que excede a lo religioso y que casi nos obliga a determinados comportamientos, aunque no seamos creyentes.

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Valoro tu esfuerzo y espero que comprendas el mío, porque no es para mí plato de buen gusto escribirte esta carta. Y menos si es para decirte que, a pesar de lo larga que fue nuestra conversación telefónica, nada nuevo encontré en tus argumentaciones, por lo que, en nada contribuyó a que cambiase mi punto de vista sobre el hecho de que abandonases la representación de quienes habíamos depositado la confianza en ti, votándote; sí, votándote, porque no cabe la excusa de que se votan listas cerradas: dependiendo que quién está en cada lista, uno puede votar una opción o no. Creo que huelga decirte que al primero de tu lista no hubiese obtenido mi voto sin la presencia de los dos siguientes y alguno que otro de los componentes de ésta.

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No puedo entender tu abandono aún a sabiendas de que quien iba a sustituirte era una persona “riverista”; o sea, de los que se coaligaron en los comicios europeos con partidos absolutamente opuestos a los ideales para los que se formó C’s; no puedo entenderlo porque dices haberte ido de ese partido justo por esa deriva y luego les cedes tu acta para que puedan llevar a cago una acción política con la que dices no estar de acuerdo. No lo entiendo. Entiendo, no obstante, la posición de José Domingo, que es el único que, a fecha de hoy, se mantiene en el cumplimiento de los compromisos de representación pactados tácita o explícitamente, y no creo que pueda, en modo alguno, considerársele un tránsfuga, como algunos han pretendido.

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Tampoco puedo entender que, si cuando dejaste el partido y el acta parlamentaria, dijiste que no había vuelta atrás, ya que te habías comprometido publicándolo en los medios de comunicación, ahora ese compromiso ante los mismos medios no tengan el mismo valor, ya que también dijiste en El Mundo que no ibas a afiliarte a UPyD (¿compromiso?) y nos hemos enterado recientemente, y por ese mismo diario, que afiliación se ha producido, lo que nos lleva a sospechar que pronto puedas ser el cabeza de la lista electoral. Al tiempo.

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Creo que hay cosas que se pueden pasar a aquellos que quieren posicionarse en los primeros puestos de una lista electoral, aunque a algunos no nos gusten, pero creo, también, el haber dado la espalda a los votantes, tiene que ser una condición insoslayable para dejar la política de representación; lo cual no quiere decir que, si tanto te interesa el proyecto, no lo puedas hacer desde la “sala de máquinas”, donde, a buen seguro, podrás hacer una gran labor.

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Para terminar, permite que te cuente algo de tipo personal. Cuando era adolescente un adulto me aconsejó lo siguiente: “No hay que temer la pérdida del dinero, porque ese se puede recuperar, contrariamente a lo que ocurre con la dignidad que, si se pierde, es irrecuperable”. Es algo que se me ha quedado grabado a fuego, por lo que tendrás que comprender que actúe de la manera que crea más justa.

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Ya sabes, si estás por la sala de máquinas, podremos encontrarnos.

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