viernes, 16 de julio de 2010

COMO LOS CARACOLES (Con bambas y/o babas)

Como los caracoles, hay quien necesita de unas condiciones óptimas, para su natural deslizamiento.

Como los caracoles, hay quien, si no se dan las condiciones óptimas para su desparramo, prefiere aguardar oculto en su caparazón, sellando la entrada de su concha con opérculos de sus propias babas solidificadas; aunque hay quien piensa que la tapadera la forman otros babosos dispuestos a hacer de guardia pretoriana o, mismamente, de censores cortacabezas.

Como los caracoles, hay que recurrir a la taxonomía linneana para poder establecer un orden lógico con los elementos con que se junta.

Como el caracol de un conocido problema matemático, en cuyo planteamiento se dice que, durante el día el gasterópodo trepa un determinado trayecto, pero que durante la noche resbala a causa de sus babas, descendiendo así parte del nivel alcanzado. Pues ésa es cosa; eso es lo que suele acontecer a los gasterópodos excesivamente babosos: parece ser que por mucho ahínco, y hasta fullerías que le echen al tema, el trepar se les puede ir al garete, precisamente por ser eso: por ser excesivamente babosos.

Como los caracoles, los hay que cuando creen que se dan esas condiciones óptimas para su “caracolez”, sacan los cuernos y se dejan llevar por sus babas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario